Estarán pensando, amados lectores, si no se va a decir nada nuevo, porqué escribir más sobre un tema tan "sobao", un tema tan repasado por la tinta y el papel, cayendo así, probablemente, en lo que se pretende evitar: la banalización.
La respuesta a este porqué, es muy sencilla. Porque el amor es plena y netamente humano, se encuentra enraizado en la más profundo del ser humano, y precisamente por esto, sin querer entrar en sesudas reflexiones teológicas, podemos decir que tiene un origen divino. Así, quien tenga la osadía de decir que no ha amado, es un mentiroso o una mentirosa (ya saben hay que usar el lenguaje inclusivo).
Así, pues, ¿qué es el amor? dice G. Marcel que el amor/amer es decirle al otro tú no morirás jamás, E. Fromm nos habla del amor como un arte y Jesús de Nazart, nos dice que amar significa dar la vida por el otro. Supongo (suponer nunca es bueno), que todos estamos de acuerdo con esto, pero qué quieren decir todas estas elocuentes expresiones, qué es lo que encierran más allá de lo evidente, romántico y hasta cursi.
Lo cierto es que quien no ha experimentado el verdadero amor no podrá hallar ni dar un respuesta convincente y por ello, existencial y vital de lo que significa amar, no podrá comprender que el amor trasciende el hermético ego, que el amor está más allá de la vida y la muerte (¿alguien dijo Nietzsche?).
Y por esto, señores y señoras, creo que pensar, re-pensar el amor/amar, no es tarea ociosa, sino un reto apremiante.
Dédalo
(Se aceptan comentarios, críticas, opiniones, etc., etc., etc.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario