domingo, 7 de octubre de 2012

Una imagen marina


Así que decidimos ir a caminar por la playa, que vista desde la ciudad, a juzgar por la línea que empezaba y no terminaba sino que simplemente se iba haciendo más delgada, era interminable. disfrutábamos al cumplir con todas las normas de etiqueta que se exigen a dos enamorados a la orilla del mar: íbamos, no podía ser de otra forma, de la mano; nos asustábamos cuando el mar mojaba nuestras piernas hasta llegar a los muslos; nos deteníamos a cada momento para besarnos; nos salpicábamos y nos mojábamos hasta que el agua se convertía en caricias y entonces empezábamos otra vez a caminar por ese pedazo de mundo que, de pronto, se había convertido en un lugar cuyo único fin era que lo habitáramos  partícipe de nuestra felicidad, el mar también chapoteaba con nosotros, y en su sal en nuestra piel y en nuestras risas en esa playa inmensa se evidenciaba una felicidad que habíamos planeado cuidadosamente, como una receta que se ha preparado por generaciones con resultados idénticamente deliciosos.
Frangmento de: Los andantes
Federico Guzman Rubio