miércoles, 30 de enero de 2013

María


Hacía rato que la instigaba para que fuera a la casa de su madre y trajera la papa, como él llamaba a la comida, que ella tenía que mendigar. Es cada vez más tarde, los niños no tardarían en llegar de la escuela, en casa no había ni frijoles, ¿Qué comerían?, le decía, le gritaba que no fuera desconsiderada, ¿dónde estaba su corazón de madre?, o es que acaso tenía flojera para ir por comida, no para él sino para sus hijos, además no necesita caminar, el micro pasa exactamente fuera de su casa. Por qué no vas tú. Es que acaso estás loca, quieres que me maten, sabes que me tienen amenazado, quieres quedar viuda, ¡sí, eso es lo que quieres!
Por momentos Francisco se desespera, le grita, la insulta, le habla en tono elevado intentando sobreponer su autoridad de esposo, de macho, pero él sabe que este método no da resultado, se calma, decide cambiar de estrategia y finge una crisis, se agacha y pone las manos en su cabeza, está a punto de llorar. María comprendeme, estoy desesperado, no se qué hacer, te juro que no volveré a gritarte, tú sabes que los niños me preocupan, no hay nada que comer en esta casa, en cambio en la casa de tu mamá… 
Él sigue remojando palabras inaudibles con falsas lágrimas que resbalan por sus mejillas, la mira a los ojos, con voz lastimera intenta una vez más. anda princesa, eres la más pequeña de tu casa, la consentida, los mendigos de tus hermanos no hicieron más que robar al pobre de tu papá, ellos ya tienen los suyo, ve por lo que te corresponde, ver por un poco de comida. 
Esta era la centésima vez que era la última. Princesa hazlo por los niños. Ella escucha, pero las palabras de Francisco, parecen caer en un abismo sin fondo, piensa, quiere dejarlo, pero ¿y los niños? ¿Qué va a ser de ellos sin su madre? 
¿Entonces qué va ir o no?, le prometo por la lupita que esta es la ultima. María coje las llaves y un bolso, roído por el tiempo y el uso, afuera todo es igual, nada cambia, a veces en sus sueños, ella sale y parece estar en un paraíso, pero estos no son sus sueños, espera el micro, ¿Me lleva por 2 pesos? La tarifa ha aumentado. Sube se sienta en los lugares traseros, mientras el micro avanza en su recorrido cotidiano, ella observa la ciudad, a diferencia de otras veces la ve linda, llena de vida, por la ventanilla entra un aire fresco que mece sus cabellos, del otro lado mujeres bellas transitan como si  nada les preocupara, hermosas jovencitas mecen sus caderas con una música que sólo ellas parecen escuchar, señoras ricas y bien vestidas viajan en carros lujosos, madres que van con sus pequeños hijos de rostro limpio y feliz. 
María piensa en sí misma y en lo mísera que es, al ver tantos rostros de mujeres bonitas, ella se percibe como él la llama: una vieja fodonga y fea. El micro ya ha hecho varias paradas, se ha subido una señora gorda que no para de hablar por celular, tres jóvenes que ríen a carcajadas por lo ocurrido la otra noche y un vendedor de chicles,  ¡promoción, uno por cinco, tres por diez!. 
No, no regresará con Francisco. Piensa. No puedo soportar más, me duele el alma, encerrada escuchando sus gritos y sus ordenes, me duele el cuerpo con tanto golpe, no puedo seguir con él, los niños ya están grandes, se las podrán arreglar. La decisión está tomada, ella no volverá, el micro ha llegado a la base. 
Señora esta es la última parada, se tiene que bajar. Francisco aún la espera: sé que ella volverá…

martes, 29 de enero de 2013

A vueltas con el amor...

Sobre el amor se ha escrito mucho, infinidad de hombres y mujeres han reflexionado sobre él. Poetas, artistas, filósofos, pasando por teólogos y psicólogos se han planteado el interrogante del amor, así que aquí, para vuestra decepción, no pretendemos decir nada nuevo, ya que no sin razón se dice que no hay nada nuevo bajo el sol.

Estarán pensando, amados lectores, si no se va a decir nada nuevo, porqué escribir más sobre un tema tan "sobao", un tema tan repasado por la tinta y el papel, cayendo así, probablemente, en lo que se pretende evitar: la banalización.

La respuesta a este porqué, es muy sencilla. Porque el amor es plena y netamente  humano, se encuentra enraizado en la más profundo del ser humano, y precisamente por esto, sin querer entrar en sesudas reflexiones teológicas, podemos decir que tiene un origen divino. Así, quien tenga la osadía de decir que no ha amado, es un mentiroso o una mentirosa (ya saben hay que usar el lenguaje inclusivo).

(De nuevo) Los más adelantados en las cosas del amor, se dirán, "pero si eso ya lo sabemos, por qué hablar más de lo mismo". Y yo respondo, pues, precisamente por eso, porque ya lo sabemos conviene recordarlo, conviene preguntarse por él, e ir un poco, aunque sea sólo un poco, más allá de lo evidente.

Así, pues, ¿qué es el amor? dice G. Marcel que el amor/amer es decirle al otro tú no morirás jamás, E. Fromm nos habla del amor como un arte y Jesús de Nazart, nos dice que amar significa dar la vida por el otro. Supongo (suponer nunca es bueno), que todos estamos de acuerdo con esto, pero qué quieren decir todas estas elocuentes expresiones, qué es lo que encierran más allá de lo evidente, romántico y hasta cursi.

Lo cierto es que quien no ha experimentado el verdadero amor no podrá hallar ni dar un respuesta convincente y por ello, existencial y vital de lo que significa amar, no podrá comprender que el amor trasciende el hermético ego, que el amor está más allá de la vida y la muerte (¿alguien dijo Nietzsche?).

Pues sólo cuando somos conscientes de ello, sólo cuando vivimos el amor, cuando nos toca y nos duele, podemos entender que el amor es más fuerte que la muerte, por ende, para ser conscientes de ello, se hace necesario amar. Esto de amar se dice fácil y rápido, pero si nos detenemos a pensar un poco, podremos darnos cuenta prontamente que amar no es tan fácil y sencillo, el león no es como nos lo pintan. Y es que, amar/amor/te-amo, sin caer en moralismos trasnochados, suele ser confundido con su expresiones, incluso, las más banales, llegando a absolutizarlas, convirtiéndonos así a nosotros mismos en medida del amor.

Y por esto, señores y señoras, creo que pensar, re-pensar el amor/amar, no es tarea ociosa, sino un reto apremiante.

Dédalo

(Se aceptan comentarios, críticas, opiniones, etc., etc., etc.)

lunes, 28 de enero de 2013

La vida humana...

En la vida humana, el tiempo no es más que un instante.

La sustancia del ser humano cambia sin cesar, sus sentidos se degradan, su carne está sujeta a la descomposición, su alma es turbulenta, la suerte difícil de prever y la fama, un signo de interrogación. En breve, su cuerpo es un arroyo fugitivo, su alma, un sueño insustancial. La vida es una guerra y el individuo un forastero en tierra extraña. Además, a la fama sigue el olvido.

¿Cómo puede hallar el ser humano una manera sensata de vivir? Hay una sola respuesta: en la filosofía. Mi filosofía consiste en preservar libre de daño y de degradación la chispa vital que hay en nuestro interior, utilizándola para trascender el placer y el dolor, actuando siempre con un propósito, evitando las mentiras y la hipocresía, sin depender de las acciones o de los desaciertos ajenos. Consiste en aceptar todo lo que venga, lo que nos den, como si proviniera de una misma fuente espiritual.

Marco Aurelio