viernes, 6 de diciembre de 2013

Viernes nº 3: Tú


Anoche, antes de ir a dormir, pensé en ella y vi unos ojos grandes en los que los que la noche se reflejaba serena y callada. Ojos noscturnos, llenos de luz, alumbrados por la luna.

No era la primera vez que justo antes de dormir ella llegaba y se intalaba en mis pensamientos, llegaba así, de repente, sin anunciar se llegada, me acompañaba toda la noche, por la mañana discretamente salía, también así, sin hacer ruido. Sin embargo, cuando despertaba no estaba solo, me acompañaban su perfume, su sonrisa y sus caricias. Ella era así, venía con mi sueño y marchaba con él.

Al pensar en ella recordaba cada parte de su cuerpo y lo acariciaba con la mirada, recordaba ese lunar discreto en un lugar indiscreto. La geografía de su cuerpo no le era desconocida, sin embargo, le parecía inabarcable, quería llenarla de besos y caricias, quería fundirse con ella en un solo abrazo y en un solo beso. Por eso él esperaba con impaciencia, y casi con ansiedad, cada noche su llegada, esperaba cada noche esos ojos brillantes y randiantes como fuego, ojos de zafiro había dicho él.

Y, ¿quién era ella? Ella era el nombre escrito con fuego en la roca, era la luna en la tierra, era el tiempo y la eternidad, era el recuerdo y la presencia. Ella eras tú. Ella eres tú.

Dédalo

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