miércoles, 26 de septiembre de 2012

Nota inconclusa de Morelli

Nota inconclusa de Morelli:

No podré renunciar jamás al sentimiento de que ahí, pegado a mi cara, entrelazado en mis dedos, hay como una deslumbrante explosión hacia la luz, irrupción de mí hacia lo otro o de lo otro en mí, algo infinitamente cristalino que podría cuajar y resolverse en luz total sin tiempo ni espacio. Como una puerta de òpalo y diamante desde la cual se empieza a ser eso que verdaderamente se es y que no se quiere y no se sabe y no se puede ser.
Ninguna novedad en esa sed es sospecha, pero sí un desconcierto cada vez más grande frente a la ersatz que me ofrece esta inteligencia del día y de la noche, este archivo de datos y recuerdos, estás pasiones donde voy dejando pedazos de tiempo y de piel, estos asomos por tan debajo y lejos de ese otro asomo ahí a lado, pegado a mi cara, previsión mezclada ya con la visión, denuncia de esa libertad fingida en que me muevo por las calles y los años.
Puesto que soy solamente este cuerpo ya podrido en un punto cualquiera del tiempo futuro, estos huesos que escriben anacrónicamente, siento que ese cuerpo está reclamándose, reclamándole a su conciencia esa operación todavía inconcebible por la que dejaría de ser podredumbre. Ese cuerpo que soy yo tiene la presencia de un estado en que al negare a sí mismo como tal, y al negar simultáneamente el correlato objetivo como tal, su conciencia accedería a un estado fuera del cuerpo y fuera del mundo que sería el verdadero acceso al ser. Mi cuerpo, no el mío Morelli, no yo que en mil novecientos cincuenta ya estoy podrido en mil novecientos ochenta, mi cuerpo será porque detrás de la puerta de luz (cómo nombrar esa asediante certeza pegada a la cara) el ser será cosa que cuerpos y, que cuerpos y almas y, que yo y lo otro, que ayer y mañana. Todo depende de... (una frase tachada).
Final meláncolico: Un satori es instántaneo y todo lo resuelve. Pero para llegar a él habrá que desandar la historia de fuera y la de dentro. Trop tard pour moi. Crever en italien, voire en occidental, c`est tout ce qui me reste. Mon petit café-crème le matin, si agréable...

Rayuela
Julio Cortázar